¿La letra con sangre entra?

Mediante esta carta, quiero explicitar la necesidad y la propuesta de creación de una institucionalidad del estudiantado comprometida en apoyar a estudiantes que pudiesen quedar en situación desprotegida frente a equivocaciones y/o excesos, propios de tosquedades, descortesías, falta de bondad y/o lamentables intolerancias, relacionadas principalmente con la falta de pedagogía. Estos muchas veces debido a la forma de relacionarnos como escuela, quedan como un lamentable secreto a voces, por el cual nada se hace para cambiar y dejar de una vez este tipo de vicios.

Es precisamente éste uno de los aspectos más importantes a la hora de pensar en cómo Hacer Escuela, pues el nivel de confrontación “no nutritiva” que se genera termina rompiendo inevitablemente la relación estudiante - profesor, relación que a mi parecer ha de ser fundada en la más sana reciprocidad, gentil y creativa, y no en ese infértil miedo emanado del conflicto per se.

De esta forma podríamos caricaturizar en una esquina del Ring a un profesor de una rigidez agresiva y un sadismo ilustrado, del otro lado del Ring dos posibles competidores: el iracundo, que en una mezcla de intención de venganza y frustración ve en el contrario a un enemigo a muerte (este personaje es igualmente sádico que su contrincante) o el miedoso, que en una mezcla de risa burlonamente miedosa y resignación, ve en su contrincante a quien debe pasar sobre si mismo, lo acepta como lo correcto e incluso fundamenta por qué han de pasar sobre él (este personaje es el masoquista).

Pero es esto lo que no queremos, quedarnos con lo superficial, no queremos quedarnos caricaturizando. Tampoco pretendemos caer en reivindicaciones simplistas y confrontaciones nacidas de la rabia negativa, pues sabemos que la pasión que se encuentra en nuestros cuerpos y corazones jóvenes muchas veces se vuelca en contra de “otros”. Esa misma pasión es con la que queremos responder como estudiantado al momento que nos toca vivir, esa “rabia positiva” es la que queremos salvaguardar, esa sana inquietud, incluso esa necesaria torpeza que ha de ser cuidada y protegida de sujeciones y reprimendas tan necias como la reacción y los conflictos de poder.

Queremos confrontación, de oficio, creativa, con amabilidad y hospitalidad.
Y sin miedo a equivocarnos, no por creernos sabios, sino porque actuamos en sana libertad y digna cordialidad, lo que nos protege tanto de las más terribles equivocaciones como de las más gozosas certezas.

Algunos calificarán estos párrafos como simple lloriqueríos, otros como iluso, unos tapando el sol con un dedo dirán que está fuera de lugar. Para que esos comentarios dejen de mermar las intenciones de avance en el estudiantado de nuestra escuela es que propongo la creación de una institucionalidad dentro de lo que hemos llamado “Cuerpo Coordinador de Estudiantes” generando una discusión abierta acerca de estos temas y para estar junto a quienes en algún momento se vean necesitados de asesoría y apoyo.

Pd: Espero que este texto no se hable tan solo en los rincones, como otro gran secreto a voces, con ese miedo y risa nerviosa del entre pasillos, a la manera de un hombre que no se atreve a hacerse humano, rehuyendo de su tarea mediante la burla, o simplemente escapando.

Pd2: En estos párrafos hay una intención implícita, se descubre al preguntar ¿por qué generar una discusión que podríamos calificar como “delicada” en un medio como este?
Pues porque es precisamente la falta de discusión pública en nuestra escuela es la que nos está dejando estancos. No se trata de gritar, se trata de reconocer y expresar como valido y valioso lo que tenemos por decir. En este momento hay que romper con una cómoda inercia, y esto lo logramos generando la discusión en todos los lugares, en Internet, en el patio de la palmera, en el taller, etc. Realmente cada comentario y acción es valioso, ¡por favor háganlo!


Pancho Romero.
Estudiante E ad
Ámbito CCE.